sábado, 8 de septiembre de 2012

Las horas muertas





Tengo ese momento grabado en mi mente, como si fuera una fotografía imposible de quemar. Me veo agarrando tu mano mientras me mirabas con dulzura. La verdad es que tu siempre lo mirabas todo con dulzura. Recuerdo el tacto de tu mano, suave y arrugado, el tacto más perfecto que debe existir. Nunca dejaste de sonreír, nunca. Ojalá algún día pueda ser la mitad de fuerte de lo que tu siempre fuiste. Te quiero.

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