martes, 18 de junio de 2013

Urbe















Me pone el caos, tal vez por eso ame y odie las grandes cuidades. Esas extensiones infinitas de acero y hormigón, sus neones y su tráfico, su aire denso y cargado. Siempre me sorprende el ajetreo, todos con prisa, todos sin vida, todos tan vivos. Me gusta preguntarme con que sueñan las personas que cruzan a diario la cuidad, sin pararse, siempre pendientes del reloj. Tal vez algún día también yo sea una anónima más, tal vez esa gente sueñe con un mundo sin relojes, sin transporte ni reuniones, sin establecimientos de comida rápida ni grandes cartenes promocionales. Tal vez toda esa gente con prisa sueña que duerme, mientras día tras día se mueven en lo más profundo de un caos fabricado por coches, luces, ruido y sobre todo, por ellos mismos.
Mary Díaz